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Día Internacional de la Mujer 2025: Promover la justicia en el trabajo y en la sociedad

“Lamentablemente, en pleno siglo XXI, aún se ve mucha desigualdad. No mencionaré la empresa, pero en 2023, antes de terminar mi carrera, trabajé en una empresa que no contrataba mujeres con hijos, ya que decían que la prioridad tenía que ser la empresa. Las pocas que logramos entrar no teníamos permisos de emergencia. En mi caso, soy madre soltera y se me complicaba cuando me pedían quedarme más tarde. Considero que muchas mujeres incluso deben omitir decir que tienen un hijo para poder tener un trabajo y sacar adelante a sus hijos.

Yo estuve poco tiempo en aquella empresa. Gracias a Dios, me apareció una propuesta mejor. En el ámbito laboral, las mujeres somos vistas como el sexo débil, pero considero que ahora nos estamos empoderando, estamos luchando por ganarnos el respeto y el puesto de trabajo para sacar adelante a nuestros hijos con mucho esfuerzo y sacrificio. Estoy criando a un niño que, cuando se convierta en hombre, pueda darles a las mujeres el lugar que se merecen. Estamos en igualdad de condiciones; quizás no tengamos la misma fuerza física, pero tenemos el valor y las ganas de marcar un antes y un después.” - Leyla, 32 años

La justicia de género no es un privilegio, es un derecho fundamental. Sin embargo, como revela el testimonio de Leyla, las mujeres de todo el mundo siguen enfrentándose a obstáculos sistémicos en su lugar de trabajo y fuera de él. La discriminación contra las madres trabajadoras, la idea de que las mujeres deben elegir entre su carrera y su familia, y la falta de apoyo institucional para las que cuidan de su familia son manifestaciones evidentes de la injusticia de género. Estas desigualdades están profundamente arraigadas en las estructuras patriarcales que limitan la autonomía, la independencia económica y la participación de las mujeres en la sociedad.

La experiencia de Leyla no es una excepción, sino el reflejo de una realidad mundial en la que a las mujeres no se las juzga por sus competencias o su potencial, sino por roles de género anticuados. Cuando las empresas se niegan a contratar a mujeres que tienen hijos o les niegan permisos de emergencia, refuerzan un sistema que penaliza el cuidado de los familiares, una función que asumen desproporcionadamente las mujeres. Cuando las madres trabajadoras se sienten obligadas a ocultar su condición de madres para acceder a oportunidades de empleo, es señal de un sistema defectuoso que da prioridad a los beneficios en lugar de a las personas.

La necesidad urgente de justicia de género

La justicia de género consiste en desmantelar las estructuras que sustentan la desigualdad y garantizar que todas las mujeres, independientemente de su situación parental, origen socioeconómico o profesión, disfruten de los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Esto requiere cambios sistémicos en las políticas laborales, las culturas empresariales y las protecciones sociales.

En este Día Internacional de la Mujer, exigimos:

Igualdad de oportunidades en el empleo: los empleadores deben rendir cuentas por las prácticas de contratación discriminatorias que excluyen a las mujeres, en particular a las madres, del mercado laboral.

Protección y flexibilidad en el lugar de trabajo: Los gobiernos y las empresas deben aplicar políticas de apoyo a las mujeres, en particular permisos parentales remunerados, permisos de emergencia y fórmulas de trabajo flexibles.

Reconocimiento del trabajo de cuidados como trabajo esencial: La prestación de cuidados, remunerada o no, debe considerarse esencial para la economía, y las personas que se encargan de ellos no deberían ser penalizadas.

Un cambio cultural e institucional: Los prejuicios de género que califican a las mujeres como trabajadoras débiles o poco comprometidas deben erradicarse mediante la educación, el establecimiento de marcos jurídicos y políticas empresariales proactivos.

La esperanza de Leyla de que su hijo crezca en un mundo en el que las mujeres reciban un trato igualitario debe convertirse en un compromiso colectivo. La justicia de género no se limita a la autonomía de las mujeres; implica transformar las sociedades para que sean más inclusivas, más equitativas y más justas para todos y todas.

Luchar por la justicia de género es luchar por un futuro mejor.

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