«Me llamo Ganis Rengganis, tengo 28 años, estoy casado y tengo un hijo. Trabajo desde hace 6 años en una imprenta en la zona de Solokan Jeruk en Bandug en Indonesia. Cada día, trabajo de 8h a 17h. Gano 1.500.000 rupias por mes, es decir 100 USD. No tengo seguro social ni otros derechos que debería tener. Si alguien está enfermo en mi familia, debo pagar yo mismo todos los gastos medicales porque mi empresa no ha suscrito un seguro de salud para mí y mi familia.
Tampoco tengo la seguridad social y otros derechos que debería tener. Es evidente, que ese salario no es suficiente para responder a mis necesidades y a las de mi familia, además que tengo un hijo de 2 años.
Estoy obligado a trabajar en esta empresa por un salario inferior al salario mínimo porque en nuestra región, es muy difícil de encontrar un empleo, sobre todo para los hombres. Si hay empleos en mejores empresas, debemos pagar mucho dinero para obtener trabajo en una gran empresa.
Si protestamos ante nuestros empleadores, no dudan en reprimir los trabajadores y en amenazarlos con despedirlos. La mayoría de los trabajadores tienen miedo de la actitud de los empleadores porque tienen miedo de perder sus empleos. No tenemos entonces opción, seguimos las órdenes del empleador, cuando trabajamos bajo presión con un sentimiento de malestar.
El testimonio que precede refleja bien las realidades de los jóvenes trabajadores de hoy. Los bajos salarios, la ausencia de seguro de salud y de seguridad social, la ausencia de seguridad en el lugar de trabajo, el no reconocimiento de sus derechos humanos y sociales son todos problemas a los que están confrontados.
El trabajo está bajo presión de los empleadores, y es difícil encontrar trabajos más humanos. Los salarios que reciben les permiten solamente sobrevivir para poder trabajar el día siguiente. Los empleadores no se preocupan de las condiciones de vida de las familias y de sus trabajadores, de su bienestar ni de su dignidad de seres humanos.
Hoy, esta situación existe en casi todos los sectores de trabajo en el mundo.
Esta realidad es el resultado de la codicia de los jefes de empresa y de su sed de beneficio. No asumen ninguna de su responsabilidad social. No gestionan sus empresas de manera justa y civilizada. Dan la prioridad al beneficio y a su enriquecimiento personal, sin preocuparse de los derechos humanos elementales. El respeto de la legislación social no es su lema. Las enseñanzas religiosas influencian la sociedad, pero no por su vida espiritual. El beneficio se encuentra en el corazón de todo lo que hacen para embolsillarse un máximo de beneficio a todo precio, infringiendo los derechos humanos y sociales, destruyendo la naturaleza y dando poca importancia a la vida.
La pandemia del Covid 19 que golpea el mundo entero. Con ella, las realidades de los jóvenes trabajadores han empeorado. Muchos han sido despedidos, fueron enviados a sus casas sin remuneración, perdiendo su empleo y sus ingresos. Los empleadores, han dejado de pagar la seguridad social y el seguro de salud, los trabajadores son incapaces de pagar su alquiler, pero no pueden regresar a sus ciudades de origen. Los problemas económicos son numerosos. Inclusive antes de la aparición del Covid 19, las condiciones de los trabajadores estaban lejos de corresponder a un trabajo justo y digno. La mayoría de los gobiernos no están listos para luchar contra la pandemia. Todos los sectores son vulnerables, en particular los jóvenes trabajadores. Algunos gobiernos no están proporcionando una seguridad económica que proteja los trabajadores contra el duro impacto del Covid 19 para así garantizar el derecho de tener un trabajo decente.
Somos muchos a no comprender lo que quiere decir «trabajo decente». Para decir las cosas simplemente, un trabajo digno o justo significa respetar los derechos humanos y laborales fundamentales, , remunerado o procurando un ingreso suficiente para vivir dignamente, garantizando una seguridad física y psicológica.
Para poder decir que un trabajo es decente, debe cumplir con las 3 condiciones siguientes
- Ser accesible a todas las personas pertenecientes a grupos de edad productivos (excluyendo entonces los niños) sin excepción, incluidos aquellos que presentan discapacidades físicas y sin barreras de género.
- Todos los trabajadores son protegidos socialmente, incluidos los que se dedican a actividades económicas informales.
- Todos los trabajadores expresan sus opiniones y aspiraciones en el marco de un sistema democrático fundado sobre los valores humanos.
¿Este sueño de trabajo digno puede convertirse realidad en tu país?
No sólo es posible, sino que es necesario. Estas condiciones son esenciales para la humanidad. Los seres humanos poseen una dignidad dada por Dios, todos tienen derecho a condiciones de vida y de trabajo dignos, y además necesitan hacer del mundo un lugar mejor - ¡por supuesto incluso a través del trabajo! a través del cual un trabajador cumple su misión: este es un trabajo digno.
¡Lo conseguiremos!
Nuestro análisis del tema se apoya sobre testimonios, encuestas y discusiones directas con los trabajadores y dejan claro, que, en la realidad, todos los indicadores de la OIT no son plenamente perceptibles por los trabajadores y por sus familias, ya sea a nivel físico o mental. El trabajo decente es difícil de concretizar.
La fuerza y la unión de los trabajadores es fundamental. La educación a través de la acción es la clave de nuestro suceso en nuestro trabajo de promoción y nuestra campaña por un “trabajo justo y una vida digna para todos los trabajadores”.
En esta jornada mundial por un trabajo decente, la JOCI invita a todos los movimientos nacionales y sus miembros, amigos y simpatizantes a través del mundo a apoyar nuestro combate y a reivindicar una educación más concreta y solidad. Debemos multiplicar nuestras acciones por que el cambio que necesita el mundo está en las manos de los jóvenes trabajadores. Continuemos la lucha, exijamos más humanidad, más justicia y pidamos el reconocimiento y el respeto de los derechos sociales y humanos en esta jornada mundial por un trabajo digno.