Del trabajo precario al trabajo justo y a una vida digna

“Trabajo en el sector agrícola, el calor en los campos es insoportable y las condiciones son muy duras. Me explotan y me tratan como una máquina y no como una persona. A pesar de todos mis esfuerzos, el salario es apenas suficiente para cubrir lo esencial.” - Bendjy, migrante haitiano

Hoy, 7 de octubre, celebramos la Jornada internacional por el trabajo decente.  Esta jornada nos recuerda la importancia de garantizar condiciones de trabajo justas y dignas para todos/as los trabajadores/as del mundo. El trabajo decente es un derecho fundamental que merecemos todos/as. Esto significa tener un empleo con condiciones justas, salarios decentes, una protección social adecuada y un ambiente de trabajo seguro y sano. Un trabajo que respeta la dignidad humana y promueva la igualdad de oportunidades sin discriminación.

Por otra parte, el trabajo precario se caracteriza por la inestabilidad, los bajos salarios, la ausencia de ventajas sociales y condiciones de trabajo peligrosas. Ese tipo de empleo afecta no solamente la estabilidad económica de los trabajadores/as, sino que también atenta contra la dignidad humana y perpetua las desigualdades.

Transformar el trabajo precario en un trabajo justo que asegure una vida digna está profundamente arraigado en nuestra historia. La existencia de la JOC da testimonio de las luchas sociales, políticas y económicas a las que hemos estado confrontados. Nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro están intrínsicamente ligados a las luchas desarrolladas en las sociedades.

Para nuestro centenario, el movimiento JOC celebra 100 años de promoción en favor de la justicia social, de un trabajo digno y del empoderamiento de los/as jóvenes trabajadores/as.  Con motivo de este hito histórico, reflexionamos sobre nuestra historia y reafirmamos nuestro compromiso en favor del cambio social, de la defensa de los derechos de los/as trabajadores/as y de la lucha contra el trabajo precario, para un futuro donde los/as jóvenes trabajadores/as no considerarán más el trabajo precario como una mejor opción que el desempleo, ni los contratos como simples símbolos de estabilidad y de seguridad. Al contrario, aspiramos a una realidad donde tendrán acceso a un trabajo justo y a una vida digna, lo que incluye:

  • Derechos al trabajo: es esencial garantizar los derechos fundamentales de todos los/as trabajadores y trabajadoras, incluida la libertad de expresión y de asociación, y la igualdad de oportunidades sin discriminación.
  • El respeto de la dignidad humana: tratar a todos los trabajadores/as con respeto y dignidad, promover un ambiente de trabajo inclusivo y favorable.
  • Un salario decente: garantizar a los/as trabajadores/as un salario que cubra no solamente sus necesidades elementales, sino que les permite también invertir en su educación y su desarrollo profesional. Esto abre nuevas perspectivas y mejora la calidad de vida, creando así un ciclo positivo de progreso y de bienestar.
  • La protección social: dar acceso a las prestaciones tales que el seguro de enfermedad, las pensiones y otros sistemas de seguridad social, con el fin de que los trabajadores y trabajadores y sus familias puedan vivir en dignidad.
  • La seguridad en el lugar de trabajo: garantizar un ambiente de trabajo seguro y sano, donde cada persona pueda trabajar sin riesgo para su salud y su bienestar. Un empleo que da la prioridad a la seguridad es un empleo digno, porque respeta y protege la integridad física y mental de los trabajadores.

Es por todas estas razones que, en esta ocasión, hacemos entender nuestra voz para exigir condiciones de trabajo decentes y justas para todos/as los/as trabajadores/as del mundo, en particular empleos de calidad, la protección de los derechos del trabajo y la erradicación del trabajo precario. Todos los trabajadores y las trabajadoras deben tener acceso a un ingreso decente, a la seguridad del empleo y a condiciones de trabajo dignas.

Unamos nuestras fuerzas para erradicar la precariedad y construir un mundo donde prevalezca el trabajo decente para todos y todas. Sólo así podremos construir un futuro en el que cada trabajador o trabajadora será respetado y valorizado.

Como nos dijo Joseph Cardijn, nuestro fundador: “Un joven trabajador, una joven trabajadora, vale más que todo el oro del mundo, porque el/ella es un hijo/hija de Dios”. 

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