
La Juventud Obrera Cristiana Internacional (JOCI) se une a la comunidad internacional para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Este día es un llamado colectivo a la acción, un momento para reflexionar sobre las injusticias persistentes a las que se enfrentan las mujeres y las niñas en todo el mundo y para reiterar nuestra responsabilidad común de defender la igualdad, la dignidad y la paz. La violencia contra las mujeres constituye una crisis social y de derechos humanos que socava los fundamentos mismos de la justicia y la humanidad, y por lo tanto debe ser abordada de manera radical.
Las Naciones Unidas (2023) han señalado que una de cada tres mujeres en el mundo es víctima de violencia física o sexual, en la mayoría de los casos infligida por alguien de su entorno. Esta preocupante realidad demuestra que la violencia de género trasciende fronteras, culturas y clases sociales. Sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y menos sancionadas del mundo.
“Me llamo Bea, tengo 24 años y trabajo en una fábrica en Taiwán. Sólo llevaba seis meses en mi trabajo cuando mi jefe empezó a pedirme que hiciera horas extras. Acepté porque quería hacer bien mi trabajo y conservar mi puesto.
Una noche, después de nuestro turno, cuando volvíamos a casa en autobús, de repente me tocó e intentó besarme. Estaba aterrorizada. Me resistí, pero él me amenazó y me dijo que si hablaba, encontraría la manera de que me despidieran. Me callé porque tenía miedo de perder mi trabajo.
Nunca más volvió a intentar tocarme, pero en el trabajo empezó a gritarme constantemente. Incluso el más mínimo error se convertía para él en un pretexto para insultarme y decirme palabras duras. Todos los días le tenía miedo, pero no sabía a quién acudir ni cómo pedir ayuda. Llevaba sola ese miedo, porque me sentía desamparada e incapaz de protegerme.”
El testimonio de Bea refleja las experiencias de innumerables mujeres cuyas luchas permanecen invisibles cuando los sistemas de protección fallan y los desequilibrios de poder no se cuestionan.
Como movimiento arraigado en la realidad cotidiana de l@s jóvenes trabajador@s, la JOCI considera que la lucha contra la violencia de género debe comenzar desde la base, en las familias, en los lugares de trabajo, en las parroquias y en las comunidades. El movimiento reconoce que la violencia no es sólo física, sino también económica, psicológica y social, a menudo agravada por las desigualdades estructurales y la pobreza.
Gracias a nuestro enfoque “Ver, juzgar, actuar”, la JOCI brinda a l@s jóvenes los medios para analizar su situación, reflexionar sobre las causas de la injusticia y actuar junt@s para lograr el cambio. Los movimientos nacionales de la JOCI toman medidas concretas para combatir la violencia contra las mujeres. Entre ellas se incluyen la sensibilización del público mediante campañas educativas, el fortalecimiento de las capacidades de liderazgo e incidencia de las jóvenes, la creación de espacios seguros para las mujeres, la facilitación de diálogos comunitarios para cuestionar las normas de género perjuiciosas y la defensa de condiciones de trabajo seguras y equitativas, en particular para las mujeres del sector informal.
A través de estas iniciativas, la JOCI contribuye a la construcción de una sociedad basada en el respeto, la justicia y la solidaridad. La educación, la sensibilización y la participación de l@s jóvenes son fundamentales para derribar los estereotipos tóxicos y promover una igualdad duradera. Los gobiernos y las comunidades también deben tomar medidas más enérgicas para garantizar la rendición de cuentas, la justicia y la protección de las víctimas. Las leyes por sí solas no son suficientes; deben aplicarse con compasión y convicción.
No podemos pretender construir un mundo justo mientras las mujeres sigan viviendo con miedo. Cada acto de violencia contra una mujer es un ataque contra la humanidad. Es nuestro deber colectivo alzar la voz, actuar y unirnos para poner fin a esta injusticia. La eliminación de la violencia contra las mujeres no es sólo un asunto que concierne a las mujeres. Es una cuestión de derechos humanos, justicia y responsabilidad moral compartida.
En este Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, renovamos nuestro compromiso de construir un mundo en el que todas las mujeres y niñas puedan vivir libres de violencia, libres de miedo, y en el que puedan desarrollarse plenamente. La JOCI se solidariza con todas las mujeres y niñas víctimas de violencia y discriminación, y nos comprometemos a reforzar nuestra labor de educación, defensa y acción comunitaria para garantizar que todas las mujeres puedan vivir con seguridad, dignidad y libertad.








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