La Juventud Obrera Cristiana (JOC) nació y se desarrolló en España a lo largo del siglo XX, como en tantos otros países. Por su carácter juvenil, obrero y cristiano, siempre estuvo profundamente atravesada por todas las contradicciones, miedos y esperanzas de esta época tan convulsa. Por una parte, hundía sus raíces en la tradición católica española, reconocible no solo en su dimensión religiosa, sino también en su muy relevante papel social, político y cultural. Por otra parte, encaraba sin complejos los cambios profundos y las nuevas realidades y desafíos que emergían constantemente desde las luchas obreras.
Esta doble condición la situó, a lo largo de todo el tiempo, en una situación de equilibrio difícil pero muy creativo y profundamente innovador: siempre quiso ser y fue, sin renuncias ni concesiones, parte del movimiento obrero y parte de la Iglesia. Esta militancia de corte autodidacta y no formal, leía la realidad con la mirada de la historia del movimiento obrero y sus luchas contra la explotación, y la mirada desde un evangelio liberador, cuya referencia es la persona de Jesús de Nazaret.