Hoy, 25 de noviembre, Día internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, nosotros, la Juventud Obrera Cristiana Internacional, queremos destacar los problemas a los que están confrontadas las mujeres en todo el mundo – acoso, violencia, discriminación, feminicidio – y queremos que estas jóvenes mujeres sepan que su grito ha sido oído.
“Mi patrón quería que yo estuviera sola con él todo el tiempo para poderme besar a la fuerza. Era muy agresivo. Se volvió muy difícil decirle que no. No decía nada porque no tenía opción, tenía necesidad de ese trabajo. Terminó despidiéndome porque me resistía. Ese día, volví a casa llorando porque me di cuenta de que estaba de nuevo desempleada.”- Gabón
En el transcurso de los últimos decenios, la humanidad ha tomado medidas para eliminar la violencia frente a las mujeres, pero en un año solamente, todas esas medidas han sido eliminadas y la humanidad ha dado cientos de pasos atrás.
Durante el confinamiento del Covid-19, son las mujeres que, en todo el mundo, han sido las más impactadas, tanto en el trabajo como en la casa.
La violencia hacia las mujeres ha aumentado fuertemente en los cuatro rincones del planeta, también como la violencia familiar durante el confinamiento social.
“En el 36° día de cuarentena (el 20 de abril 2020), el Ministerio de las mujeres y de las poblaciones vulnerables dijo haber registrado a través de la línea de llamadas urgentes la cifra espantosa de 14.222 casos de violencia, 125 violaciones y 6 feminicidios.” Esto ¡solamente en Perú!
Debemos sensibilizar más a las personas para empujarlas a romper con las tradiciones, los estereotipos y las ideas que obstaculizan la igualdad entre los hombres y las mujeres.
De una vez por todas, en estas horas oscuras de la historia, debemos entender el grito de todas las mujeres y prestar atención a su necesidad de más justicia en un mundo en el que deberían ser tan libres como los hombres, donde las jóvenes no deberían tener miedo de ser acosadas, violadas o asesinadas porque son mujeres.
Tenemos necesidad de mujeres fuertes y poderosas que no se avergüenzan y que no están aterrorizadas.
Y, por supuesto, necesitamos de hombres abiertos de espíritu, que quieran ayudar en ese proceso, que no teman de las mujeres poderosas, que crean verdaderamente que Dios nos ha creado iguales y que están dispuestos a apoyar a las mujeres en su vida.