Por Jean-Pierre Delville, obispo de Lieja (Bélgica)
“Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de oír”, dijo Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,14-21). Estaba leyendo un fragmento del profeta Isaías que anunciaba la buena noticia a los pobres y la libertad a los oprimidos. También Joseph Cardijn, hace cien años, podía decir: “Hoy se cumple este pasaje de la Escritura”, porque Cardijn anunciaba una buena noticia a los jóvenes trabajadores: fundaba con ellos la JOC, la Juventud Obrera Cristiana, y abría un nuevo futuro para los trabajadores.
Y en 2025, podemos repetirlo: “Hoy se cumple este pasaje de la Escritura, pues la JOC se ha convertido en un movimiento mundial y la buena nueva ha adquirido las dimensiones del mundo entero.” Hoy, algunas personas en Estados Unidos celebran su centenario por todo lo alto. Pero en la JOC celebramos nuestro centenario. Eso está mucho mejor.
El texto del profeta Isaías, que Jesús actualiza, precisa que es enviado a anunciar el Evangelio a los pobres, a liberar a los cautivos, a dar vida a los ciegos; es enviado a liberar a los oprimidos y a proclamar un buen año para todos. Es cierto que Jesús curó a los enfermos y proclamó la buena nueva a los pobres. Amó más allá de toda convención y obligación. Amó libremente. Este compromiso de Jesús se convirtió en una misión para sus discípulos y nos ha llegado vivo hasta nuestros días.
Esto se consiguió, en particular, gracias a Joseph Cardijn y a la JOC. Fue a los doce años, en 1894, cuando Cardijn, escuchando la predicación de un abad demócrata, Adolphe Daens, quiso solidarizarse con los obreros. Era la época en que por fin se reconocía la miseria de los obreros de las ciudades industriales y se empezaba a hacer campaña en favor de una legislación social que protegiera a los trabajadores. En este contexto, el joven Joseph Cardijn decide hacerse sacerdote y ponerse al servicio de la clase obrera. La vocación de Cardijn fue, pues, de conmoción e indignación ante la pobreza de los trabajadores. Quisiera subrayar la actualidad de esta toma de conciencia.
La pobreza reina en muchos países del Sur, la injusticia se abate sobre los pueblos que sufren bajo regímenes dictatoriales, las condiciones de trabajo son a menudo muy difíciles, no hay seguridad social ni seguridad sanitaria, y las condiciones ecológicas y climáticas empeoran, poniendo en peligro a muchas personas. Así pues, necesitamos una conciencia y una indignación renovadas que nos pongan en marcha.
Por eso es importante el papel de los jóvenes en este ámbito: los jóvenes son más sensibles que los adultos a la injusticia de las cosas. Por eso nos alegra hoy que los jóvenes de la JOC se escandalicen de las condiciones de nuestro mundo, como se escandalizó el joven Cardijn en el pasado.
En 1906, Joseph Cardijn se ordenó sacerdote. Estudió de cerca el sindicalismo en todo el mundo. Pero en 1912, lanzó una innovación. Nombrado vicario de Laeken, en esta iglesia cercana a Bruselas, se instaló en los barrios obreros y reunió a jóvenes trabajadores en pequeños equipos, fundando así los inicios de la Juventud Obrera Cristiana. Junto con los jóvenes trabajadores, creó círculos para estudiar y reflexionar sobre cuestiones sociales con vistas a pasar a la acción. Tuvo la intuición de que se necesitaba algo más que sindicatos, es decir, que no bastaba con un compromiso político, sino que también había que crear una conciencia social. No sólo hay que proteger materialmente a los trabajadores, sino también formarlos cultural y espiritualmente. Es más, esta formación debe implicar a los jóvenes en una búsqueda personal y no sólo en una enseñanza recibida desde arriba.
Los grupos de jóvenes en torno a Cardijn empiezan a tomar forma: se llaman Jeunesse syndicaliste chrétienne en 1919 (Juventud Sindicalista Cristiana), luego Jeunesse ouvrière chrétienne (Juventud Obrera Cristiana) (JOC) a partir de 1925. Era la época en que los jóvenes tomaban conciencia de su existencia como mundo cultural específico; era también la época en que nacían grandes movimientos, como los Scouts. En este contexto de nueva toma de conciencia de las capacidades de los jóvenes se sitúa Cardijn. Estos movimientos juveniles estaban formados por jóvenes que se ocupaban de otros jóvenes. Pronto incluyen una estructura femenina. Esto significa que la responsabilidad se comparte entre los jóvenes. Muestran un nuevo rostro de la Iglesia, que ya no está vinculada únicamente a la parroquia local, sino que se basa en la realidad social del grupo de jóvenes trabajadores.
La concienciación de los jóvenes sobre el mundo es hoy más importante que nunca. En un mundo que cambia tanto debido a las nuevas tecnologías, los jóvenes están a la vanguardia del cambio, pero hay que formar su conciencia, como hizo Cardijn con sus círculos de estudio y con la fundación de la JOC.
Con Fernand Tonnet, Marguerite Fiévez y otros, los grupos de la JOC se convierten en un movimiento. Adoptaron el método Ver-Juzgar-Actuar como método de trabajo. También se conoce como método inductivo, en contraposición al método deductivo. El método deductivo parte de la teoría y conduce a la acción. El método inductivo parte de lo que se observa sobre el terreno ("ver"), analiza esas situaciones a la luz del Evangelio, de la vida de Jesús y de las herramientas de trabajo social ("juzgar"), y luego lleva a la acción ("hacer"). Este método es científicamente riguroso, y demostrará tener un rico futuro y un gran potencial. El Papa Francisco ha utilizado este método en sus principales documentos sobre la familia (Amoris laetitia), la ecología (Laudato si) y el compromiso pastoral (Evangelii gaudium). La utilidad del enfoque de Cardijn salta a la vista. Impregna toda la vida de la Iglesia a nivel pastoral. Es la base de nuestros compromisos y nos permite avanzar de forma renovada en ámbitos delicados como la ecología o la vida afectiva.
Joseph Cardijn tenía una gran conciencia misionera. Intuía que el mensaje del Evangelio de Jesucristo, llevado por los jóvenes obreros, irradiaría y llegaría a mucha gente. Él mismo era un orador entusiasta y dinámico. Despertaba confianza por la fuerza de convicción que emanaba de su persona. Esta fuerza era la del amor. Era una fuerza comunicativa. Todos los que le conocieron dan testimonio de esta fuerza. Por la causa de los jóvenes trabajadores de todo el mundo, emprendió más de veinte viajes internacionales. Se convirtió en un artesano de la justicia en todo el mundo. Esta conciencia global nos moviliza todavía hoy. Por eso nos hemos reunido aquí procedentes de tantos países, culturas y continentes. Nuestra causa es global, y debe seguir desarrollándose por el bien de la humanidad. El Papa Francisco nos ha mostrado el camino, el primer Papa procedente de América Latina, el que ha defendido a los inmigrantes y refugiados? Nos ha instado a superar nuestros miedos y dudas y a atrevernos a salir de nuestras iglesias para estar presentes en las periferias del mundo. La dimensión misionera y universal es un elemento característico de Joseph Cardijn, y esto es lo que quiso subrayar el Papa Pablo VI al crearlo cardenal en 1965, es decir, al promoverlo al nivel de la Iglesia universal. Esperemos que su espíritu siga influyendo en el próximo Papa, al que esperamos en la Iglesia católica.
Queridos amigos, convenzámonos pues de que el Cardenal Cardijn no ha perdido nada de su actualidad, que sigue animándonos hoy y que reza por nosotros y por todas las víctimas de nuestro mundo. Estaría encantado de asistir a nuestro encuentro y de comprobar que la JOC sigue siendo joven a pesar de celebrar su centenario. Aleluya.