Los Movimientos Internacionales de Acción Católica Especializada (MIACS) representan a más de 500 movimientos en el mundo con una gran diversidad de países y de medios. Un año de intercambio acerca de las incidencias del Covid sobre sus miembros respectivos ha llevado a la convicción común de que un “sistema que no llega a resolver problemas […] debe cambiar”. La pandemia agrava brutalmente los problemas preexistentes como el desempleo, las desigualdades entre géneros, entre ricos y pobres al interior y entre países, como lo demuestran los diversos estudios realizados por el MIDADE, la FIMARC y la JOCI.
Hoy, 25 de noviembre, Día internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres, nosotros, la Juventud Obrera Cristiana Internacional, queremos destacar los problemas a los que están confrontadas las mujeres en todo el mundo – acoso, violencia, discriminación, feminicidio – y queremos que estas jóvenes mujeres sepan que su grito ha sido oído.
“Mi patrón quería que yo estuviera sola con él todo el tiempo para poderme besar a la fuerza. Era muy agresivo. Se volvió muy difícil decirle que no. No decía nada porque no tenía opción, tenía necesidad de ese trabajo. Terminó despidiéndome porque me resistía. Ese día, volví a casa llorando porque me di cuenta de que estaba de nuevo desempleada.”- Gabón
En el transcurso de los últimos decenios, la humanidad ha tomado medidas para eliminar la violencia frente a las mujeres, pero en un año solamente, todas esas medidas han sido eliminadas y la humanidad ha dado cientos de pasos atrás.
«Me llamo Ganis Rengganis, tengo 28 años, estoy casado y tengo un hijo. Trabajo desde hace 6 años en una imprenta en la zona de Solokan Jeruk en Bandug en Indonesia. Cada día, trabajo de 8h a 17h. Gano 1.500.000 rupias por mes, es decir 100 USD. No tengo seguro social ni otros derechos que debería tener. Si alguien está enfermo en mi familia, debo pagar yo mismo todos los gastos medicales porque mi empresa no ha suscrito un seguro de salud para mí y mi familia.
Tampoco tengo la seguridad social y otros derechos que debería tener. Es evidente, que ese salario no es suficiente para responder a mis necesidades y a las de mi familia, además que tengo un hijo de 2 años.
Estoy obligado a trabajar en esta empresa por un salario inferior al salario mínimo porque en nuestra región, es muy difícil de encontrar un empleo, sobre todo para los hombres. Si hay empleos en mejores empresas, debemos pagar mucho dinero para obtener trabajo en una gran empresa.
Si protestamos ante nuestros empleadores, no dudan en reprimir los trabajadores y en amenazarlos con despedirlos. La mayoría de los trabajadores tienen miedo de la actitud de los empleadores porque tienen miedo de perder sus empleos. No tenemos entonces opción, seguimos las órdenes del empleador, cuando trabajamos bajo presión con un sentimiento de malestar.
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